Herbert George Wells


H.G.Wells, nació el 21 de septiembre de 1866 en  Bromley, Kent, Inglaterra, siendo el tercer hijo varón de sus padres, Joseph y Sarah, por aquel entonces dueños de un pequeño negocio de porcelanas, insuficiente para mantener tres bocas más –pese a que Joseph jugaba al cricket para redondear ingresos-, lo que obligó a que la madre volviera a su oficio de doncella en casa de la aristocracia y el padre a su antiguo trabajo de jardinero.

La infancia de Wells tuvo un poco de dikensiana al entrar en un colegio en el que su director, antiguo conserje, no era precisamente un modelo a seguir.

A los ocho años se rompió una pierna y mal curado la primera vez, tuvo que ser sometido a una nueva operación y consecuentemente, guardar cama, lo que le llevó a la lectura para distraerse, hasta tal punto que luego, de adulto, afirmaría que su fractura fue lo mejor que le podía haber pasado.

Como la madre quería que sus hijos tuvieran un oficio, los muchachos fueron colocados de aprendices y Wells concretamente, de ayudante de cajero en un almacén de tejidos, pero duró poco.

Más tarde entrará en la escuela que tiene un familiar, para ayudarle.

Esta etapa de su vida es muy movida ya que sucesivamente se emplea en otro almacén, que dejará, yéndose con su madre, a la casa en donde ella sirve de criada, y en la que acabará frecuentando la biblioteca de la mansión, ilustrándose. Pero esto no dura siempre y vuelve a trabajar, ahora como mancebo de farmacia, matriculándose en una escuela nocturna, y al cabo, debido a sus buenas notas, consigue una beca en la Escuela Normal de Ciencias de Londres, siendo uno de sus profesores, T.H.Huxley, que ejercerá una gran influencia en él.

Dedicado a la enseñanza, en 1891, contrae matrimonio con su prima lejana, Elisabeth, unión que dura poco, ya que en 1895 se casa con una ex alumna suya, Catherina Rollins, que le dará dos hijos.

El exceso de trabajo, unido a las penurias económicas, le enferman de tuberculosis, lo que le obliga posteriormente a dejar la enseñanza y dirigir la sección de Ciencias Naturales de una academia de enseñanza por correspondencia.

Entre 1893 y 1894, Wells escribe Los eternos Argonautas en la revista National Observer. La revista cierra para renacer como New Review, y su editor le pide que escriba una novela, y basándose en el relato, de ahí nace La máquina del tiempo, que supondrá la revelación de H.G.Wells, consagrándole.

(Por cierto, circula la curiosa anécdota de que Albert Einstein se inspiró, para su Teoría de la Relatividad, en la célebre novela).

Ya famoso y económicamente asentado, H.G.Wells, tiene cerca de 30 años y prácticamente el mundo es suyo porque sus novelas siguen siendo éxitos, La isla del doctor Moreau, El hombre invisible, La guerra de los mundos, por citar algunos títulos, dan prueba de su talla novelística, convirtiéndole en el primer escritor de la novela inglesa de ciencia-ficción moderna, ya que no debemos olvidar de que su predecesora fue Mary Shelley.

En las novelas de Wells encontramos siempre una lección repetida, o, mejor dicho, un aviso digno de ser tomado en cuenta: que la ciencia puede acabar con el hombre, o, dicho de otra forma, que no se nos debe ir la mano en euforias científicas; no se trata de simple literatura de evasión fantástica ya que induce al lector a que reflexione, o, incluso, filosofe, llegando inevitablemente a conclusiones muy válidas.

De ideas socialistas –en su juventud formó parte de un club político: la Sociedad Fabiana, con la cual, tiempo después, rompería-, se comprometió con sus ideales, hasta el punto de que en los últimos años de su vida su obra escrita lo demuestra.

Le gustaban las mujeres –en 1914 inició una relación con la periodista Rebecca West, 26 años más joven que él, de quien tuvo un hijo-, y conoció muchos amores, viviendo una vida sexual muy activa, que no por ello le restó horas a su creatividad novelística y a sus artículos de prensa.

Hombre entregado al futuro, nunca mejor dicho, sostenía pensamientos muy revolucionarios respecto a la emancipación femenina, de la que era ferviente partidario; opinaba que la relación hombre-mujer tenía que ser a la par en igualdad de condiciones, y que la mujer no debía casarse sólo para que la mantuvieran y protegiesen, sino que debía gobernar, por propia voluntad, su existencia, obrando libremente.

Fue precursor de la Sociedad de Naciones, motivado de su preocupación por el bienestar de la humanidad, lo que le llevó también a sostener que el hombre debe erradicar la pobreza por medio del estudio y la cultura; de hecho, sus novelas aunque no lo parezcan, son educativas.

Murió el 13 de agosto de 1946, en su mansión de Easton Glebe, casi un mes antes de cumplir los 80 años y habiendo dejado a sus espaldas el legado de más de cien obras, entre las que destacan las novelas y los relatos, regalándonos además, como todos los autores que se dedican a la ciencia-ficción pura, sus “profecías” en muchas de las novelas que escribió, por ello es menester leerle.


   

© 2003 Estrella Cardona Gamio

Efemérides | Inicio

 

 

© C. CARDONA GAMIO EDICIONES. Reservados todos los derechos. En la Red desde 1999.